El Museo del Chocolate inaugra «Caramelo Dulce» es el título de la exposición de la artista Esther Burboa.  Con una gran capacidad técnica esta pintora hiperrealista, retoma una tradición que inició con el gran pintor holandés Rembrandt Van Rijn, quién a lo largo de su trayectoria se autorretrató caracterizándose con armaduras, uniformes, cascos capas, turbantes, entre otros.

Igualmente en el siglo XX aparece la fotógrafa norteamericana Cindy Sherman quien se autorretrata  creando una serie de personajes, que ella desarrolla en su estudio convirtiéndose en escenógrafa, vestuarista, maquillista, estilista y por último fotógrafa, revisando con esto el rango tan amplio de percepción de uno mismo así como de lecturas que el espectador puede hacer sobre nosotros.  Con todos estos posibles antecedentes, coincidencias o casualidades, llega a nosotros la obra de esta singular artista, quién al igual que Sherman, se caracteriza hasta el último detalle, pero en lugar de fotografía Esther pinta todo lo que su ojo ve en esta caracterización y mas, pues a diferencia de los otros artista esta obra tiene un juego sensual y erótico que nos conecta con la inocencia casi infantil al retratarse disfrazada de payasita, pero le gusta penetrar con su mirada de grandes ojos, tapando su boca con una deliciosa paleta de caramelo, pareciera que todos sus personajes viven en un circo y como tal, la domadora es una femme fatale con toda su carga erótica, en fin, a veces también se retrata como una joven adolescente que discretamente nos muestra sus piernas, muslos o escote, creando una tención similar a la del gran Balthus. 

La obra de Esther Burboa abarca muchos ángulos de lectura, desde el dominio técnico de su lenguaje figurativo hiperrealista, el erotismo y sensualidad en sus formas mas finas y sutiles, hasta la capacidad de verse en tal diversidad de personajes, donde todos son ella y todos son cada uno de nosotros.

Gerardo Traeger M.